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Artículos - 19 February، 2024

Provocando a Rusia

Todos los movimientos expansionistas que Europa emprendió hacia el Este tuvieron como objetivo a Rusia. Todas las Potencias occidentales movilizaron sus ejércitos hacia Rusia.

 

A comienzos del siglo XIX, Napoleón invadió muchos países europeos en su intento por llegar a los ricos recursos de carbón, mineral de hierro, petróleo, gas y oro de Rusia. En la segunda guerra mundial, Hitler siguió el mismo camino, y dirigió sus vastos ejércitos hacia Rusia.

 

En la actualidad, la OTAN está siguiendo los pasos de Napoleón y de Hitler para llegar a Rusia. La OTAN desea explotar el vacío generado por la desintegración de la Unión Soviética. Occidente declaró la victoria en la guerra fría contra el bloque oriental liderado por la Unión Soviética. Consideró que la derrota y la desintegración soviéticas eran un logro histórico. Tras haber incorporado como miembros a la mayoría de los países otrora socialistas adyacentes a Rusia, ahora está tratando de incluir a las ex repúblicas soviéticas que abarcan desde el Asia Central hasta el Mar Negro y el Báltico con el fin de rodear completamente a Rusia. Rusia consideró que ese intento constituía un acto de peligrosa provocación cuyo propósito era rodearla desde todos los ángulos. Y en verdad es así. La implosión y la desintegración de Yugoslavia proporcionaron el eslabón que faltaba en la cadena de la OTAN que rodeaba a Rusia. Sin embargo, tanto en la historia distante como en la reciente hay abundantes pruebas de que Rusia no es una Potencia a la que se pueda asediar, quebrar o derrotar con facilidad.

 

Rusia posee el mayor arsenal nuclear del mundo, que consiste en alrededor de 16.000 ojivas. Esas ojivas pueden ser lanzadas desde silos terrestres, submarinos y bombarderos estratégicos que sólo Rusia posee. El trío nuclear integrado por los misiles balísticos intercontinentales, los bombarderos estratégicos y los submarinos nucleares compensa cualquier déficit de capacidad militar que pueda tener Rusia en materia de entrenamiento, movilización o logística.

 

Sobre la base de nuestro gran interés en la paz mundial, formulamos un llamamiento para que se evite cualquier nueva aventura que, a diferencia de lo ocurrido con las dos guerras mundiales, pueda causar la destrucción o incluso la aniquilación de la humanidad. La provocación contra Rusia y los intentos de rodearla generan la amenaza de una nueva e innecesaria conflagración nuclear total. La amenaza resulta particularmente real habida cuenta del hecho de que, en muchos casos, los Estados Unidos han basado su posición en información inventada, en análisis ingenuos y en opiniones miopes e interesadas. Cuando Occidente respaldó con entusiasmo la independencia de Kosovo, ¿esperaba acaso que las repercusiones de ese hecho llegarían a Abjasia y a Osetia Meridional y las llevarían a reclamar su independencia? ¿Era consciente de que los análisis que llevaron al dilema de los Estados Unidos en el Iraq se basaron en información de inteligencia inventada y no confirmada, proporcionada con la esperanza de congraciarse con la CIA por agentes que habían huido de su país?

 

El hecho de que la OTAN haya seguido existiendo y se haya expandido tras la desintegración de la Unión Soviética y tras el final de la guerra fría puede deberse a un único motivo: ocupar Rusia y luego el resto del mundo.

 

Al igual que todos los demás países del mundo, los Estados Unidos tienen el derecho de defenderse. Su distante situación geográfica – entre el Océano Atlántico al este,  el Océano Pacífico al oeste, el Mar Glacial Ártico al norte y los débiles vecinos situados al sur, que no pueden plantear ninguna amenaza para su seguridad – le permite ser un refugio seguro para los inmigrantes y los refugiados que desean alejarse de los conflictos y de las ambiciones de los continentes del Viejo Mundo. Son una Potencia universal. Todos los pueblos del mundo han contribuido a su formación y a su prosperidad. Si regresan a esa tradición, serán dignos de ser los anfitriones de las Naciones Unidas y de su Consejo de Seguridad. No obstante, la posibilidad de que los Estados Unidos continúen siendo, como lo son actualmente, parte en todo acto de agresión que tiene lugar en el mundo constituye una importante amenaza para la paz, la seguridad y la estabilidad del mundo.

 

Los Estados Unidos deben regresar a la Doctrina Monroe, por la que abogó el Presidente James Monroe en 1823 y en la que se afirma que “los Estados Unidos no se injerirán en los problemas de Europa” y que “las Potencias europeas ya no se injerirán en los asuntos de los Estados recientemente independizados de las Américas”. Los Estados Unidos deben ampliar la Doctrina para que abarque la no injerencia en los asuntos del mundo entero.

 

Europa tiene derecho a convertirse en una entidad política, económica y militar independiente y unificada. Tiene derecho a convertirse en un nuevo polo de la política internacional.

 

Rusia, en su calidad de Potencia histórica y de Potencia emergente, debe gozar de la libertad que necesita para desarrollar su poderío político, económico y militar para fines de legítima defensa.

 

La Europa unida, si no está atada a los distantes Estados Unidos, puede servir como amortiguador estratégico entre Rusia y los Estados Unidos. El Océano Atlántico también podría servir como amortiguador entre Europa y los Estados Unidos. Europa debería seguir aprovechando los abundantes recursos petroleros y gasíferos de Rusia. Rusia, y no el continente americano, es el socio demográfico natural de Europa. Si Europa se guiara por una evaluación lógica de sus propios intereses, y no por motivos raciales o por una continuación del hecho consumado generado por la ocupación estadounidense de Europa tras la segunda guerra mundial, establecería lazos de amistad con Rusia.

 

La estupidez y la codicia van a arrastrar a la humanidad a una nueva catástrofe. No quedará nadie para cosechar los beneficios de esa guerra, que será una guerra entre partes que poseen armas nucleares letales y destructivas.

 

El mundo haría bien en tener en cuenta mi advertencia de que Rusia no es la Unión Soviética. La Unión Soviética era un vasto imperio multinacional. Se impuso a muchas naciones antiguas. Se basó en una doctrina ideológica en la que los pueblos de la Unión Soviética no creían. En verdad, los propios dirigentes del Kremlin no creían en esa ideología.

 

Por el contrario, Rusia ahora no está defendiendo una convicción filosófica ni una ideología política y económica. Está defendiendo a la nación rusa propiamente dicha. Cuando la ideología marxista de la Unión Soviética llegó a su fin, los pueblos soviéticos no murieron con ella. Siguieron existiendo. Incluso celebraron la caída de la Unión Soviética y de su ideología. Lo que está en juego ahora es la existencia misma de la nación rusa. No se puede permitir que fracase, porque ello implicaría la desaparición de la vida, de la libertad y de la existencia de la nación. Sería preferible la muerte antes que esa posibilidad.

 

No hay que equivocarse en cuanto a la situación. Hay que tener plenamente en cuenta las enseñanzas adquiridas a partir del enfrentamiento con la Unión Soviética. No hacerlo sería suicida. Para algunas Potencias resultaría destructivo reiterar hoy contra Rusia las maniobras del pasado. Las políticas imperialistas que se aplicaron en el pasado contra la Unión Soviética resultarían devastadoras si se las utilizara contra la Rusia de hoy.