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Libros - 19 February، 2024

El Libro Blanco (Isratina)

Este Libro Blanco tiene el objetivo de lograr una solución justa y equitativa de la situación crónica a la que se ha dado en llamar cuestión del Oriente Medio, y de librar a la región de los desastrosos efectos de la violencia, la guerra y la destrucción. Para ello, expone el problema de una manera seria, objetiva y neutral. El Libro recopila opiniones y conceptos expresados previamente tanto por árabes como por judíos, además de planes y proyectos internacionales para su solución. Todos ellos respaldan y reivindican la solución que se propone en esta obra. Ningún otro concepto podrá resolver el problema.

 

Palestina

Este es el nombre registrado en la historia y en las escrituras del país. Deriva del nombre de sus habitantes originales, los filisteos. En el Génesis, en el Deuteronomio y en Josué, todos ellos Libros del Antiguo Testamento, se reconoce ese nombre para esa tierra. En el Antiguo Testamento se registran, entre otros, los nombres de los anaceos, los refaítas, los cananeos, los jebuseos, los hititas y los fenicios. En el Libro del Éxodo se señala explícitamente: “Cuando el Faraón permitió que el pueblo se marchara, Dios no los guió a través de la tierra de los filisteos”.listeos”.

 

El nombre “Palestina” persistió durante el mandato británico. Se lo menciona en varios proyectos y planes de asentamiento propuestos durante ese período. Este hecho ha sido reconocido incluso por los fanáticos del movimiento sionista; por ejemplo, Samuel Katz, fundador del movimiento sionista Herut y uno de los líderes de la Organización Militar Nacional Etzel, quien escribe: “Todas las instituciones sionistas del mundo llevaron el nombre de Palestina”. Entre sus ejemplos figuran el Banco sionista “Anglo-Palestino”; el Fondo de la Fundación Judía, conocido como Fondo de la Fundación Palestina; y el Fondo de Trabajadores de Palestina, que era judío. Katz señala que en la Diáspora, las canciones relativas a Palestina eran himnos sionistas. También señala que, como emigrantes en tierras extranjeras, celebraban la Fiesta del Tabernáculo como Fiesta del Tabernáculo Palestino. Señala también que el periódico The Palestine Post, que se conocía con el nombre al-Barid al-Filistini, era un periódico sionista, el portavoz de la Federación Sionista. “El nombre de Palestina – afirma – sólo fue reemplazado después de la creación de lo que se llamó el Estado de Israel”. Admite que el idioma hebreo recién se comenzó a usar en Tiberíades en el siglo X. Incluso el Presidente Roosevelt, de los Estados Unidos, en marzo de 1944, en una respuesta al Príncipe Abdallah de Jordania, escribe: “Con respecto a Palestina, me complace transmitirle la garantía de que los Estados Unidos de América no tienen previsto tomar ninguna decisión para modificar la situación de Palestina sin celebrar consultas plenas con árabes y judíos”.

 

Más allá del nombre, la historia de Palestina responde al parámetro general de otros países de la región. Al igual que ellos, es un país que fue habitado por diferentes pueblos. El predominio y el poder político cambiaron de mano reiteradamente entre numerosas tribus, naciones y grupos étnicos, algunos de los cuales eran inmigrantes y otros, invasores. Al igual que otros países de la región, ha padecido muchas guerras y ha sido testigo de oleadas de inmigración humana procedente de todas las direcciones.

 

Por lo tanto, desde una perspectiva histórica, nadie tiene derecho a reclamar la propiedad de Palestina como su tierra. Ello equivaldría sencillamente a un reclamo carente de fundamento. Así como ninguna parte puede reclamar derechos respecto de una porción determinada de Palestina, tampoco puede reclamar con justicia derechos respecto de ninguna otra porción.

 

Un Estado para los judíos

La idea original de Teodoro Hertzl era crear un Estado judío como refugio para los judíos. El motivo inmediato que subyacía a esa idea dimanaba de la persecución a que eran sometidos los judíos, específicamente en Europa, antes de la época de Hitler. Se sugirió a Chipre, la Argentina, Uganda, Al Jabal Al Akhdar, Palestina y el Sinaí como posibles lugares para la creación del Estado judío propuesto como manera de librar a Europa de sus judíos. Por lo tanto, y como se confirma en este texto, Palestina no era necesariamente o inevitablemente la patria nacional de los judíos.

 

La Declaración de Balfour

El verdadero objetivo de la Declaración era librar a Europa de los judíos, antes que expresar solidaridad hacia ellos.

 

La persecución de los judíos

Los judíos son un pueblo desafortunado. Desde la antigüedad han sufrido enormemente a manos de gobiernos, líderes y otros pueblos. ¿Por qué? Porque esa es la voluntad de Dios, tal como se señala claramente en el Corán en los relatos del Faraón de Egipto y como lo ilustra el tratamiento a que fueron sometidos a manos de los líderes de Babilonia, de los emperadores romanos, desde Tito hasta Adriano, y de los reyes de Inglaterra, como por ejemplo Eduardo I. Los judíos han sido proscriptos, capturados, masacrados, sometidos a situaciones desventajosas y perseguidos de todas las maneras posibles a manos de los egipcios, de los romanos, de los ingleses, de los rusos, de los babilonios y de los cananeos y, más recientemente, a manos de Hitler.

 

Los árabes y los judíos

No hay enemistad entre árabes y judíos. En verdad, los judíos son primos adnaneos de los árabes por parte del padre, que era descendiente de Abraham, que la paz sea con él. Cuando los judíos fueron perseguidos, sus hermanos árabes los invitaron a vivir junto a ellos en la ciudad de al-Medina. Incluso les dieron la tierra de Wadi al-Qura, que lleva ese nombre en alusión a las aldeas judías. Tras la aparición del Islam bajo el profeta Mahoma, que la paz y las bendiciones sean con él, a los judíos les pareció desagradable la noción de que hubiese un profeta que no pertenecía a sus filas, por lo que se mostraron hostiles hacia él. Se produjeron algunos ataques contra ellos, así como contra los de la tribu de Quraish, que se negaron a aceptar el Islam, y contra los árabes que inicialmente aceptaron el Islam pero luego lo rechazaron. Los judíos, junto con los árabes, fueron expulsados de Andalucía a finales del siglo XV. Todos se refugiaron en los países árabes. Por eso en todos los países árabes hay un barrio judío. Allí vivieron en paz y amistad con sus hermanos árabes.

 

Soluciones propuestas sobre la base de un Estado Único

Propuestas británicas

 

A  Plan Walkhope

Fue propuesto por el Alto Comisionado Británico en Palestina a comienzos del decenio de 1930. Preveía la creación de un Consejo Legislativo Palestino integrado por 11 miembros musulmanes, 4 cristianos y 7 judíos, una distribución proporcional a la composición demográfica que tenía entonces Palestina.

 

  1. Plan Newcomb
  2. Creación de un Estado palestino soberano e independiente

 

  1. Amplia libertad religiosa

 

iii. Amplia libertad municipal

 

  1. Descentralización

 

  1. Documento Blanco británico de 1939
  2. Estado palestino federal independiente

 

  1. Consejo Consultivo integrado por árabes y judíos

 

iii. Consejo Ejecutivo integrado por árabes y judíos

 

  1. Plan de Lord Morrison
  2. Gobierno central

 

  1. Cuatro zonas administrativas: zona árabe, zona judía, Jerusalén y el Neguev

 

iii.  Gobierno local y Consejo Legislativo para cada zona

 

Todas estas propuestas fueron rechazadas por motivos no sustantivos; por ejemplo, insatisfacción con las dimensiones de las zonas o de las ciudades asignadas a alguna de las partes, divergencias en cuanto a la duración del mandato británico, o cuestiones relacionadas con el  número de inmigrantes.

 

Las propuestas sionistas

  1. La primera propuesta fue formulada por la denominada “Federación de la Paz”, liderada por Rabbi Benjamin, que abogaba por un Estado binacional. Se les advirtió a los judíos que el hecho de no aceptar un Estado binacional único no les traería la paz. Tal como se predijo, eso es exactamente lo que ha sucedido.

 

2.La solución confederada o federal propuesta por Meir Emmit, un prominente líder del movimiento sionista y de la organización Haganah, que ocupó varios cargos importantes y prominentes en el ámbito militar y fue también, entre otras cosas, miembro del Knesset y ministro del gabinete.

 

Emmit considera que una concesión estratégica sobre la tierra ocupada, con lo que se refiere naturalmente a territorios tales como el Sinaí, el Golán, la Ribera Occidental y Gaza, equivaldría a renunciar a logros tangibles sin recibir a cambio, a su juicio, compensación alguna. Si bien Egipto había ofrecido algo a cambio, su posición se vio sometida a un cambio súbito. Examina la viabilidad de crear un Estado federal, para lo que menciona los ejemplos de la Unión Europea, de los Estados Unidos de América – que, según él, pasaron por 13 años de turbulencias antes de llegar a 1789 – y de Nigeria, que a su criterio es un Estado que alberga a múltiples naciones y denominaciones. Sostiene que existen en Palestina las condiciones económicas, militares, geográficas e históricas que permitirían una solución de esa índole.

 

Señala también que la creación de un Estado palestino independiente constituiría un grave peligro. Para evitar esos peligros, se debe crear un Estado federal único. “El problema de Jerusalén – señala – se puede resolver sencillamente haciendo de ella la capital federal”.

 

  1. Propuesta de los sionistas alemanes: En la decimosegunda Conferencia de Sionistas Alemanes (Escuela Estructuralista), convocada el 11 de septiembre de 1921, se adoptó el concepto de crear un Estado único para ambas partes, y de esa manera “establecer un lugar en alianza con el pueblo árabe palestino en aras de nuestra seguridad conjunta en un país en desarrollo. La estructura del Estado garantizará el desarrollo nacional de cada integrante de cada uno de nuestros dos pueblos sin interferencias ni prejuicios”.

 

Propuestas árabes

  1. La primera propuesta del Rey Abdallah

 

  1. Un reino

 

  1. Administración elegida por los judíos en las zonas que habiten

 

iii. Un Parlamento, en el que los judíos estarían representados en forma proporcional a su proporción demográfica

 

  1. Gabinete mixto

 

  1. La segunda propuesta del Rey Abdallah

 

Partición de Palestina entre el Líbano, Jordania y Egipto, y el resto para los judíos

 

  1. La propuesta de Nuri Al-Said de 1942

 

  1. Un Estado

 

  1. Autonomía judía dentro de ese Estado

 

Todas las propuestas anteriores a 1948 abogaban a favor de un Estado único y en algunas se trataba a los judíos de la misma manera en que se trata ahora a los palestinos, es decir, se les ofrecía autonomía y la partición de la tierra.

 

Por consiguiente, el rechazo de la noción de un Estado único es el error histórico que subyace a la tragedia actual. También es un error emitir una declaración por la que una parte crea un Estado para su propio beneficio. Ha quedado demostrado que el concepto de partición ha fracasado, y seguirá fracasando.

 

Antes de 1948 a los judíos se los trataba exactamente de la misma manera en que hoy se trata a los palestinos. Eran minoría en Palestina; en algún momento albergaron ilusiones de lograr la autonomía, y en otro albergaron ilusiones de contar con zonas judías autónomas. Los palestinos eran mayoría. Por eso rechazaron la conocida resolución de 1947 relativa a la partición. Después de 1948 se invirtió la situación. Los palestinos pasaron a ser minoría como consecuencia de las guerras de 1948 y de 1967. Los judíos pasaron a ser mayoría en la zona denominada Israel. A los árabes se les hicieron promesas en materia de autonomía, zonas árabes y partición, tal como se les habían hecho previamente a los judíos.

 

La solución histórica y definitiva es la que se propone en este libro, el Libro Blanco.

 

El propósito de esta revisión de las diversas propuestas consiste en recordar que la noción de un Estado único en Palestina siempre ha estado presente en la mesa de negociación. El rechazo de esa solución es la causa de la tragedia que padece hoy la región. La alternativa a la solución de un Estado único es lo que tenemos ante nosotros en la actualidad.

 

La solución por la que se crearían dos Estados: riesgos y errores

Un erudito israelí, un brigadier que se desempeñó como comandante militar en la Ribera Occidental entre 1974 y 1976, dijo una vez que no era posible aceptar la partición de Palestina ni aceptar un régimen extranjero en el territorio de Israel. Justificó su negativa con los siguientes argumentos, de los que no se puede hacer caso omiso debido a su carácter crucial.

 

La Ribera Occidental tiene una extensión transversal de 50 km. Es una zona montañosa, con alturas que llegan hasta los 1.000 metros, y con vista al centro vital de Israel, una planicie costera que tiene apenas entre 14 y 20 km de ancho. El 67% de la población de Israel vive en esa zona, que alberga también el 80% de las industrias de Israel. La presencia de otra parte en la Ribera Occidental plantea una amenaza directa para el centro vital de Israel. Por lo tanto, no se la puede aceptar.

 

El Brigadier Mieer Bael es una paloma, miembro de la izquierda sionista y del Consejo de Paz. Pese a ello, ha señalado categóricamente: “Tenemos un derecho histórico a la Ribera Occidental. Muchos creen que es ‘el corazón de la nación judía’. Nuestro derecho a retenerla es un derecho sagrado prescripto en los deberes y tradiciones religiosos e históricos en que cree el pueblo de Israel”.

 

Arie Shalev, erudito y brigadier, expone los mismos argumentos para no ceder la Ribera Occidental sobre la base de motivos vitales de seguridad. “Si perdiésemos la Ribera Occidental – escribe – la extensión de Israel entre Tulkarem y Netania sería de apenas 15 km, y entre Qalqiliyah y la costa de Hertzlia de apenas 14 km. Israel quedaría entonces expuesto debido a la falta de profundidad estratégica ante cualquier amenaza. En el caso de que estallara una guerra en la Ribera Occidental, Israel quedaría dividido en dos o tres partes si un ejército árabe lograra llegar a la costa”. Y añade: “Incluso sin una guerra, Israel quedaría sometido a una constante amenaza desde la Ribera Occidental. El espacio aéreo israelí también estaría a merced de la Ribera Occidental”.

 

Señala además: “Para garantizar la seguridad de Israel, hay que dividir la Ribera Occidental en tres posiciones defensivas, a saber, el valle del Jordán, las estribaciones de las montañas de Samaria y el desierto de Judea, y las altas montañas que conectan a Jenín. Tobas, Nablus, las alturas de Lafuna, Ramallah, Jerusalén, Belén y Tikwa. Además, hay que establecer líneas fijas de defensa en el sur de la Franja de Gaza. Cualquier zona de separación entre palestinos e israelíes no sería una fuente de seguridad para los israelíes. En verdad, sería un factor constante de irritación en materia de seguridad”. Sin embargo, agrega, “las políticas de Israel han envenenado la idea sionista de transformar el país en un Estado binacional”.

 

 

 

El profesor Shalom Evener señala: “La controversia israelo-palestina difiere de todas las otras controversias de los siglos XIX y XX. Dichas controversias han sido esencialmente controversias sobre fronteras, pese a que algunas de ellas duraron más de 100 años. La esencia de la controversia israelo-palestina difiere de todas ellas, sin embargo. Es una lucha entre dos movimientos, cada uno de los cuales considera que un mismo territorio le pertenece o forma parte de su patria. Así pues, los palestinos, aunque obtengan la Ribera Occidental y Gaza, consideran que lo que ahora se denomina Israel forma parte de su nación. Del mismo modo, los judíos consideran que la Ribera Occidental es Judea y Samaria, y, aunque se cree allí un Estado palestino, la consideran parte de su patria”. Con respecto a la Ribera Occidental, escribe: “Para los judíos, es su patria histórica, sede de un patrimonio glorioso y tierra de salvación. Para los árabes, es su tierra. La han regido como árabes y musulmanes desde el siglo VII. La mayoría de sus habitantes son musulmanes árabes. Forma parte de la gran patria árabe, que se extiende desde el Golfo hasta el Océano Atlántico. Por consiguiente, no difiere del Yemen o del Iraq”. Señala también que los árabes la llaman Palestina o Siria meridional. El movimiento sionista, por el contrario, la llama la tierra de Israel. En una situación de esa índole, señala, “uno de los dos movimientos debe destruir al otro, o se debe llegar a una avenencia. La avenencia consiste en la creación de un Estado para todos, en el que cada una de las partes sienta que vive en la totalidad de la tierra que es objeto de la controversia y que no se ve privada de ninguna porción de ella. El reconocimiento de la libre determinación de los palestinos implica nada más que la definición del ámbito de actividad que les permite Israel”. El profesor Evener se opone a esa solución porque, a su juicio, no es una solución en absoluto. Asimismo, señala: “No estoy de acuerdo con la creación de un Estado palestino en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza, porque no se puede separar de su identidad palestina a un millón de palestinos que viven al este del Jordán. Un Estado palestino en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza no puede solucionar el problema de los refugiados, ni siquiera de los que viven en el Líbano y en Siria. Toda situación que mantenga a la mayoría de los palestinos en campamentos de refugiados y no ofrezca una solución honorable dentro de las fronteras históricas de Israel/Palestina no es una solución. La creación, en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza, de un Estado palestino dispuesto a vivir en paz con Israel, incluso bajo un liderazgo moderado que no sea el de la Organización de Liberación de Palestina (OLP), tampoco sería una solución, ya que no abordaría el problema de los refugiados y de la repatriación, ni siquiera en cuanto al establecimiento de los refugiados procedentes del Líbano en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza. Esa zona es sencillamente demasiado pequeña para acoger un número tan elevado de personas”. Yahu Shifat Herkabi, estratega sionista, erudito, profesor universitario especializado en la controversia árabe-israelí y autor de varios libros, señala: “La aceptación de un Estado palestino en la Ribera Occidental por parte de la Organización de Liberación de Palestina no es nada más que un movimiento táctico para solucionar sus cuentas pendientes con Israel. Exigirá más. Continuará su lucha con el fin de lograr sus objetivos ulteriores. La aceptación de un Estado en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza sencillamente aplaza hasta una etapa ulterior la prosecución de la lucha”.

 

“Las zonas desmilitarizadas han sido un fracaso absoluto. El control y la soberanía sobre dichas zonas son dudosos y difusos. Por consiguiente, son fuente de conflicto, y no de estabilidad”.

 

“La creación de un Estado palestino independiente pondría también fin al sueño israelí de un Gran Israel, y obligaría a los palestinos a conceder el resto de Palestina. Ese pequeño Estado sería vulnerable a crecientes injerencias de Jordania y de Israel en sus asuntos internos, lo que llevaría inevitablemente a un conflicto violento”.

 

Mati Steinberg, profesor de la Universidad Hebrea, señala: “El acuerdo respecto del objetivo de transición de crear un Estado palestino en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza no debería interpretarse en modo alguno como una concesión que reemplaza el objetivo final. Este tipo de avenencia no es más que una breve etapa en el marco de la opinión convencional, que no ha cambiado”. El profesor sionista teme que un acuerdo respecto del ejercicio de la libre determinación podría tener que aplicarse también a los denominados árabes israelíes y a los palestinos de Jordania.

 

La solución histórica fundamental: “Isratina”, un Estado único para judíos y palestinos

 

Requisitos

El primer requisito es el retorno de los refugiados y desplazados palestinos, dondequiera que estén y si así lo desean. No es admisible que se pueda traer del exterior a judíos que originariamente no eran habitantes de Palestina y cuyos ancestros originariamente no eran habitantes del país y que no se reconozca el mismo derecho a los palestinos que huyeron de Palestina como refugiados y desplazados hace muy poco tiempo, tras la guerra de 1948. Los judíos sostienen que ellos no expulsaron a los palestinos. Dicen que los palestinos creyeron en la propaganda y abandonaron sus hogares. Basta señalar que uno de los más famosos fanáticos, Samuel Katz, miembro del primer Knesset y dirigente del movimiento Herut y de la Organización Militar Nacional Etzel, citó las palabras de Glubb Pasha: “Los ciudadanos árabes se sintieron sobrecogidos de terror y huyeron de sus aldeas sin haberse visto expuestos a ninguna amenaza durante la guerra”.

 

Katz sugiere que esa es la manera en que surgió la mentira según la cual los judíos expulsaron a los árabes de sus aldeas. Señala: “Los corresponsales que cubrieron la guerra de 1948, y que en su mayoría eran hostiles hacia los judíos, dijeron que los árabes estaban huyendo, pero no dijeron que se habían visto obligados a huir. Ni siquiera lo insinuaron”. Ese escritor admite, entonces, que se produjo un fenómeno inusual, a saber, que los habitantes huyeron de sus hogares. Admite también que ese fenómeno se produjo en gran escala. Reconoce, además, que se trató de una fuga masiva de agricultores, que tradicionalmente sienten un firme apego por sus tierras. Añade que “los hombres huyeron sin defender sus hogares. La fuga masiva, colectiva y en gran escala de esos palestinos requiere una explicación lógica”. Cita también las palabras del corresponsal del Times en Amman, quien señaló que Siria, el Líbano, la zona oriental de Jordania y el Iraq se habían “llenado” de personas que huían de Israel y expresó su sorpresa ante la manera en que huían y ante el motivo por el que no se quedaban ni resistían. Katz cita también al Secretario de la Autoridad Árabe Suprema, Emil al-Ghuri, quien pronunció las siguientes palabras ante la comisión política de las Naciones Unidas el 17 de noviembre de 1960: “Los actos de terror de los sionistas y las matanzas en masa fueron la causa del éxodo masivo de los árabes de Palestina. Se podría haber cortado de raíz la propagación de esas mentiras”.

 

El propósito de estas extensas citas es subrayar dos cuestiones. La primera consiste en reconocer que se produjo un éxodo masivo. La segunda consiste en dejar en claro que los motivos del éxodo radican en la propagación de rumores aterrorizadores y falsos acerca de matanzas que en verdad nunca ocurrieron, en particular los tristemente célebres hechos que según se dijo habían ocurrido en la aldea de Deir Yassin.

 

Estas citas y testimonios, y las pruebas que contienen, son apenas parte de un vasto corpus de conocimientos acerca del tema. Figuran en este Libro Blanco con el propósito de que podamos valernos de ellos en nuestra búsqueda de una solución definitiva. Los testimonios de dirigentes sionistas, personalidades del ámbito académico y observadores neutrales permiten establecer lo siguiente:

 

Primero, que los palestinos vivían en esas tierras y poseían allí granjas y viviendas hasta 1948 y 1967.

 

Segundo, que se marcharon de esas tierras en 1948, abandonando sus granjas y viviendas, por temor a las matanzas, independientemente de que esas matanzas hayan ocurrido o no.

 

Tercero, que líderes prominentes y personalidades del ámbito académico pertenecientes al movimiento sionista, incluidas personas que participaron en el conflicto de 1948, han afirmado que los judíos no expulsaron a los palestinos de Palestina, ni de sus granjas, ni de sus hogares. En verdad, los palestinos dieron crédito a los terribles rumores que circulaban y, aterrorizados, huyeron de Palestina.

 

Cuarto, que quienes huyeron constituyen un grupo numeroso, y que el éxodo alcanzó una escala considerable.

 

Esto es positivo: nos ayudará a solucionar el problema.

 

Por lo tanto, los judíos no odian a los palestinos. No quieren expulsar a los palestinos de su tierra, Palestina. No decidieron masacrarlos, pese a lo que sugerían los rumores. Ni siquiera la masacre de Deir Yassin ocurrió. En verdad, fueron los árabes no palestinos los que atacaron Palestina y declararon la guerra a los judíos.

 

Para hallar una solución al problema, permítasenos creer todo lo anterior y volver a fojas cero, al punto de partida, es decir, el retorno de los palestinos que se marcharon de Palestina entre 1948 y 1967. Los judíos subrayan que ellos no expulsaron a los palestinos. Estos huyeron por los motivos ya mencionados. Lógicamente, esto implica que ni siquiera los judíos, que han ocupado la tierra, pueden oponerse a que los palestinos permanezcan allí. Esta es la clave para solucionar el problema, a saber, el retorno de los refugiados palestinos a Palestina. Esta medida tendría el efecto de hacer que todo volviese a estar en el lugar que corresponde. Cumpliría con la resolución de las Naciones Unidas de 11 de diciembre de 1948, en cuyo párrafo 11 se insta al retorno de los refugiados. No hay ninguna base legítima ni derecho legal que permita oponerse a ese llamamiento.

 

Para solucionar el problema debemos tener en cuenta las enseñanzas de la historia. Como hemos visto, en el Antiguo Testamento y en la historia de la región hay constancias de que Palestina fue testigo de sucesivas transferencias de tribus y de pueblos. Fue objeto de una lucha por la totalidad de la tierra, y no por ninguna porción en particular. Los palestinos fueron sus habitantes originales – el nombre Palestina deriva de los filisteos –, y los judíos y el movimiento sionista denominaron a esa tierra Palestina hasta 1948. Asimismo, y como ya hemos señalado en esta obra, todo movimiento, banco o institución sionista supo llevar el nombre “Palestina”, una práctica que según su propio testimonio continuó hasta 1948.

 

Como ya hemos señalado, y como lo demuestra claramente la historia de la región, nadie tiene entonces derecho a reclamar para sí la totalidad de Palestina ni derecho a otorgar parte de Palestina a otros.

 

El inevitable fracaso de la partición

 

Dos Estados vecinos que existan el uno junto al otro

 

  1. Ante todo, no serán dos Estados vecinos que existan el uno junto al otro. Están entrelazados, interconectados e intercalados en términos demográficos y geográficos.

 

  1. Si se creara otro Estado en la Ribera Occidental, la extensión transversal del denominado Estado de Israel sería de apenas 14 km. Los israelíes jamás permitirían algo así.

 

  1. Todas las ciudades costeras estarían a merced de la artillería de campo y de mediano alcance desde cualquier punto de la Ribera Occidental.

 

  1. Véanse las observaciones formuladas en la sección titulada: Dos Estados, riesgos y errores.

 

5.Cualquier zona de amortiguación se convertiría en una fuente de irritación en el plano de la seguridad, y no en una fuente de seguridad. Sería objeto de una batalla por el control o por la obtención de ventajas. En la historia internacional, tradicionalmente las zonas de amortiguación han sido la causa de muchas guerras y conflictos.

 

  1. Los palestinos no aceptarían un Estado pequeño. Quieren un Estado, un Estado que esté armado para poder defenderse. Tendría el derecho de armarse hasta el mismo nivel que los Estados vecinos. Se trata de un derecho natural y legítimo que nadie puede objetar.

 

  1. La totalidad de la región, desde el río Jordán hasta el Mediterráneo, no es en modo alguno suficientemente amplia para albergar dos Estados.

 

8.La Ribera Occidental y la Franja de Gaza no son suficientemente amplias para acoger a los refugiados, en especial a los que están en el Líbano y en Siria, para no mencionar a los que están diseminados en otras regiones del mundo.

 

  1. Existe el problema de los que han sido desplazados recientemente. ¿Adónde irían? La Ribera Occidental y la Franja de Gaza no son la tierra para los que han sido desplazados de otras zonas.

 

  1. El denominado Estado de Israel no es suficientemente extenso para acoger nuevos inmigrantes.

 

  1. La asimilación ya existe, y podría convertirse en un modelo para que las dos partes se asimilen en un Estado único. En la actualidad, dicha asimilación constituye la base sobre la que se podría construir un Estado único.

 

Hay un millón de palestinos en el denominado Estado de Israel. Tienen nacionalidad israelí y participan en la vida política junto con los judíos. Forman sus propios partidos políticos. Con el paso del tiempo pasarán de ser un millón a ser varios millones. Lo mismo se puede decir respecto de los denominados asentamientos israelíes en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza. Si bien actualmente viven allí varios centenares de miles de judíos, con el paso del tiempo esa cifra llegará a ser de más de un millón. La creación del denominado Estado de Israel en 1948 no creó un Estado solamente para los judíos. Allí viven también cristianos y judíos ortodoxos, musulmanes y musulmanes drusos, árabes e israelíes, falashas y otros.

 

  1. La existencia de cada una de las partes depende de la existencia de la otra. Las fábricas israelíes emplean mano de obra palestina. Las partes intercambian bienes y servicios.

 

  1. El conocido sionista Mieer Bael, cuyas opiniones ya han sido citadas en este texto, reitera este aspecto: “Los dos grupos (palestinos e israelíes) se integran cada vez más año tras año”. Por un lado, esta integración se logra a través de los asentamientos judíos en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza; por otro, según Bael, la integración se ve impulsada aún más por la expansión masiva de la mano de obra árabe en todo Israel.

 

En cada edificio que se construye, en cada campo que se siembra, en cada fábrica que necesita obreros, en cada hotel, restaurante o servicio de limpieza municipal, y en cada dependencia de servicios públicos trabajan diariamente decenas de miles de palestinos de todas las regiones del país. Allí trabajan jóvenes palestinos de Nablus, Gaza, Tiba, Galilea y Hebron. Ante esta situación, sería sencillamente inviable y muy poco práctico dividir a Palestina en dos Estados. Con la partición no habría un Estado denominado Israel, ni un Estado denominado Palestina. Por lo tanto, quienes abogan por la partición de Palestina en dos Estados o bien desconocen el carácter de la región y su demografía o bien quieren librarse del problema y dejarlo en manos de los judíos y de los palestinos. Podría parecer que de esa manera solucionamos el problema, pero no estaríamos actuando de manera sincera: habríamos hecho poco más que sentar las bases de un nuevo conflicto.

 

La Tierra de los Antepasados/La Tierra Prometida

 

Los palestinos consideran que las ciudades costeras de Acre, Haifa o Jaffa y otras son ciudades suyas, como la tierra de sus antepasados, que les fue transferida de generación en generación. Hace muy poco tiempo en realidad vivían allí, y la prueba de ello es que actualmente viven en campamentos de refugiados. ¿De dónde provienen los habitantes de los campamentos de la Ribera Occidental y de la Franja de Gaza? No provienen de la Ribera Occidental ni de la Franja de Gaza, sino que huyeron hacia allí tras la guerra de 1948.

 

Esas personas jamás aceptarán nada menos que la tierra de sus antepasados, de la que se marcharon en 1948. ¿Y los refugiados que viven en los campamentos del Líbano y de Siria? ¿Dónde está su tierra, la tierra de sus antepasados? ¿Y los palestinos de la Diáspora? En cuanto a los judíos, ellos piensan que la Ribera Occidental es su territorio sagrado, si no el corazón de la nación judía. No la llaman Ribera Occidental, sino Judea y Samaria. ¿Cómo podemos privar a un pueblo de la tierra de sus antepasados? ¿Cómo podemos privar a un pueblo de la tierra a la que consideran sagrada?

 

Según un erudito sionista, Alov Harabin, el problema consiste en un conflicto entre dos pueblos respecto de la propiedad de una porción de tierra. Jaim Weitzman, en su famosa frase del decenio de 1930, dijo: “El problema es que ambas partes tienen razón”.

 

¿Cómo podemos sustituir la una o la otra? Sencillamente, no es posible. Y sería inaceptable tratar de hacerlo. Los judíos, y especialmente los religiosos, no aceptarían nada que pretenda sustituir la tierra que, según sus creencias, es sagrada, y los palestinos, especialmente los intransigentes, no aceptarán nada que pretenda sustituir la tierra de sus antepasados.

 

Si se crean dos Estados pequeños, cada una de las partes seguirá luchando contra la otra. Los palestinos lo harán para vivir en la tierra de sus antepasados, y los judíos lo harán para vivir en la Tierra Prometida.

 

Por consiguiente, la solución radica en aprovechar las circunstancias actuales y la realidad histórica de la situación. Esto debería llevar a la creación del Estado de “Isratina”, hogar de palestinos y de israelíes. Esto permitiría que ambos circulasen y viviesen donde quisiesen. El que crea que la Ribera Occidental es su tierra, puede vivir allí o viajar allí si lo desea. Podría incluso llamarla Judea y Samaria, si así lo prefiriese. Del mismo modo, si un palestino quisiera vivir en las ciudades costeras de Acre, Haifa, Jaffa, Tel Aviv, Jadwal y las demás, o viajar allí, podría hacerlo. De este modo se volvería a la situación anterior, y se pondría fin a la injusticia y a las privaciones. No hay una enemistad histórica entre judíos y árabes. La única hostilidad es la que se produjo entre los judíos y los romanos en la antigüedad y la que se produjo entre judíos y europeos en un pasado más reciente.

 

Tras la larga historia de discriminación y persecución que sufrieron los judíos a manos de los romanos, los reyes de Europa, y tras su expulsión de Andalucía, fueron los árabes quienes los acogieron y les brindaron solaz y protección.

 

Alov Harabin, el erudito sionista ya mencionado, señala: “Los palestinos dicen: ‘¿Por qué nos debería corresponder solamente a nosotros pagar el precio de la persecución que sufrieron los judíos en Europa?’”. Esto demuestra que los palestinos jamás persiguieron a los judíos. Los judíos dicen: “Nosotros no expulsamos a los palestinos. Fueron los árabes no palestinos quienes nos declararon la guerra en 1948”.

 

Esto constituye una prueba indudable, que sin duda se puede aprovechar en pro de una solución por la que se cree un Estado que integre a las dos partes.

 

Añade Alov: “El encuentro de israelíes y palestinos es el encuentro de dos pueblos que han vivido tragedias crueles y dolorosas mientras otros simulaban no percatarse de ello”. Luego de culpar a los palestinos de haber rechazado a los judíos después de que estos fuesen despreciados en Europa, añade: “Sin duda, los palestinos tienen sus motivos para haber asumido esa actitud. ¿Acaso hemos oído alguna vez que un pueblo le ha abierto sus puertas a otro y le ha entregado voluntariamente parte de su tierra para que ese otro pueblo pueda crear su propia entidad?” Alov se refiere a la respuesta del pueblo palestino ante la inmigración judía a Palestina – una inmigración de judíos que no conocían Palestina – cuando había otros candidatos potenciales, tales como Uganda y la Argentina.

 

Conclusiones

 

  1. La superficie de la tierra es muy angosta para que dos Estados puedan coexistir el uno junto al otro.

 

  1. Los dos Estados entrarían en conflicto, porque cada uno de ellos considera que su tierra forma parte de la tierra del otro, y cada uno de los Estados pequeños se sentiría amenazado por la otra parte.

 

  1. Ninguno de los dos podría absorber inmigrantes judíos y refugiados palestinos.

 

  1. Cada una de las partes tiene asentamientos en tierra de la otra. Hay al menos un millón de palestinos que viven en el denominado Estado de Israel y al menos medio millón de israelíes que viven actualmente en la Ribera Occidental y en la Franja de Gaza. Hay también otros grupos religiosos, tales como los drusos, los católicos, los cristianos y los musulmanes. La región proporciona un modelo de integración y coexistencia.

 

  1. En las fábricas israelíes trabajan obreros palestinos.

 

  1. Se necesita confianza mutua, si no integración, respecto de bienes y servicios.

 

Notas finales

 

  1. Retorno de los refugiados y desplazados palestinos a sus hogares.

 

  1. Un solo Estado. El Líbano sirve de ejemplo.

 

  1. Elecciones libres bajo la supervisión de las Naciones Unidas en las dos primeras ocasiones.

 

  1. Remoción de las armas de destrucción en masa del nuevo Estado y, si las hubiere, del Oriente Medio.

 

  1. Finalizaría así el conflicto del Oriente Medio. El nuevo Estado sería como el Líbano. Sería reconocido e incluso podría ingresar a la Liga Árabe.

 

Es posible que existan algunas objeciones respecto del nombre. Esas objeciones superficiales no serían útiles, e incluso podrían ser nocivas. Quienes plantean esas objeciones lo hacen sobre la base de consideraciones irracionales y emocionales. Tenemos que elegir entre la seguridad de los judíos, para que puedan vivir en paz con los palestinos en un Estado único e integrado, y la retención del nombre, con lo que se sacrificaría la seguridad de los judíos y la paz en el Oriente Medio y en el mundo entero.

 

No debemos prestar atención a las voces de la vieja guardia ni a la mentalidad de la Segunda Guerra Mundial. Antes bien, debemos escuchar las voces de los jóvenes, la generación de la mundialización, la generación del futuro.

 

La vieja mentalidad es la que está por detrás de la tragedia actual.

 

Sin lugar a dudas, un Estado exclusivamente judío podría ser blanco de amenazas árabes e islámicas. Un Estado integrado que incluyera a musulmanes y a judíos, a árabes y a israelíes, jamás se vería sometido a la amenaza de un ataque árabe o musulmán.

 

Desde 1967, la situación consiste, de hecho, en un Estado isratino (Israel/Palestina) único. Incluso los ataques de los guerrilleros “fedayeen” se organizaron desde el otro lado de las fronteras de ese Estado.

 

Los ataques que llevan a cabo actualmente guerrilleros “fedayeen” no los organizan los árabes de 1948, como se los denomina, sino palestinos que no figuran entre los denominados árabes israelíes. Eso es un claro ejemplo del éxito de un Estado único e integrado: Isratina.